El día que salió la luna y otros poemas
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La poesía de Castillo Costa es una obra que se nutre
constantemente de lo que el mundo nos ofrece como imagen; su plasticidad y
movimiento es también la fuente de donde emerge y comparte, con palabras, las
posibilidades para reconstruir lo que observamos: los torsos se acoplan
empalman se desdoblan moldean una diáspora de improvisaciones las figuras
festinan la belleza de una sinfonía intemporal La aparición de esa “sinfonía
intemporal” me permite reconocer otra de las características de la poesía de
este autor que apela —desde los títulos o motivos de sus poemas (“Adagio”,
“Sonata inconclusa”, “Contrapunto”, “Allegro Vivace”, por mencionar algunos)— a
la condición moldeable de la música como elemento generador del poema y cuya
relación con las distintas formas musicales obedece a un temperamento, a un
tempo de la escritura pero también a una coloratura, en su significado musical,
entendida también como un estado de ánimo, que en el caso de Castillo Costa no
es sólo una ornamentación de la voz, sino un modo de caminar el mundo. Malva Flores